Chaparro Cardona, Juan Camilo2019-08-022019http://repository.eafit.edu.co/handle/10784/13699Este ensayo hace una crítica a la exportación de la teoría de elección pública (public choice theory) a contextos políticos, más específicamente a contextos electorales. Argumentaré que existen diferencias substanciales entre las decisiones que son tomadas en el ámbito político y en el ámbito de mercado (de donde viene inicialmente esta teoría). Las diferencias de contexto son fundamentales para que el proceso deliberativo de los agentes, esto es, la manera como procesan informaciones y toman decisiones, sean diferentes en cada uno de los ámbitos. Específicamente, mi critica está centrada en el supuesto de racionalidad del homo economicus, fundamental en la teoría de la elección púbica. Los postulados centrales de la teoría de elección pública son tomados de Dennis Mueller, que afirma “the basic behavioral postulate of public choice, as for economics, is that man is an egoistic, rational, utility-maximizer” (Mueller, 1979). En la teoría de elección pública se supone que el individuo hace elecciones que están de acuerdo con sus preferencias personales. Cada individuo tiene preferencias diferentes y busca maximizar su utilidad en las decisiones que toma. Las elecciones reflejan las preferencias de cada persona y no cambian en el tiempo, es decir, al elegir una canasta de bienes A, el individuo siempre elegirá esa canasta sobre la canasta B, de tal manera que su elección demuestra la superioridad de la canasta A sobre la B. A parte, en decisiones en que existen probabilidades involucradas, los agentes exhiben consistencia en sus elecciones a partir de la consideración de la utilidad esperada de cada escenario y sus probabilidades. Así como un jugador de póker profesional calcula las probabilidades de recibir una carta ganadora durante un juego, el individuo racional, en su proceso de toma de decisiones, calcularía las probabilidades de que cada escenario ocurra y cuál es el valor esperado de sus decisiones. Lo que podemos inferir de esta manera de tomar decisiones es que el concepto de racionalidad implica procesar las informaciones disponibles de una manera lógica, con argumentos válidos e inferencia deductiva. La racionalidad no implica que el individuo no pueda sentir emociones o que no pueda asignar utilidad a sus emociones, entretanto, las emociones no pueden ser responsables de corromper el proceso deliberativo de una manera tal que el agente procese información de manera ilógica, o que omita información que tiene en razón de las emociones que siente, o que haga inferencias sin sentido. El elector es un actor en el proceso electoral, pero también es un observador. Es actor en el momento de votar, pero es observador durante el periodo de tiempo que tiene para procesar las informaciones disponibles y tomar su decisión de voto. En The meaning of rationality in the social sciences, Schumpeter expone que, entre las condiciones mínimas para la racionalidad analítica del observador, está “that scientific procedure must necessarily reject all forms of thought that are in conflict with the rules of logic or cannot, in principle at least, be tested by these rules” (Schumpeter, 1984). Como punto de partida inicial contrario a la teoría de elección pública, tomaré las ideas de Thomas Hobbes, para quien el hombre no solamente es racional, pero también pasional (Hobbes, 2010). Encontramos en Hobbes un abordaje distinto al proceso de toma de decisiones por parte de los individuos. Para él, el proceso deliberativo involucra una sucesión alternada de deseos, aversiones, esperanzas y miedos relacionados a la acción a ser seguida. La deliberación humana es, ante todo, pasional. El proceso que inicia con la deliberación y termina con la realización de una acción es intermediado por una facultad que recibe el nombre de voluntad. La voluntad, o el querer humano, hace con que el individuo elija una acción sobre otra. Esto significa que, si el deseo humano es el elemento determinante en un proceso deliberativo, la voluntad, en tal caso, es el deseo. Si en otra situación, es la aversión el elemento determinante en el proceso deliberativo, la aversión será la voluntad que guía la acción. La pregunta fundamental que planteo es sobre el papel que ocupa la razón en el proceso deliberativo de tipo hobbesiano. Para Hobbes, la razón es definida como un cálculo que el ser humano hace para anticipar las consecuencias de las acciones y es adquirida durante nuestra experiencia de vida. Por tanto, la razón no es una facultad natural. El hombre nace dotado con las pasiones y delibera sobre lo que le agrada (deseo) y lo que le desagrada (aversión) desde su nacimiento, movido por el deseo básico de preservación de su vida. Solo posteriormente el hombre se vuelve racional. La capacidad de calcular las consecuencias de sus acciones directas y hasta poder especular sobre las consecuencias de acciones en forma secuencial es lo que diferencia al hombre de los otros animales. Pero la razón tiene una función accesoria, puede hacer parte del proceso deliberativo como forma de asistir al individuo a satisfacer sus voluntades o puede no estar presente en la deliberación humana cuando no es necesaria a las voluntades del individuo. La razón, por tanto, es un instrumento utilizado para realizar las voluntades humanas. En el pensamiento hobbesiano, la razón trabaja en conjunto con las pasiones, ayudando está a lograr sus objetivos. Esto no significa que no puedan existir actos voluntarios contra la razón. La posibilidad que el hombre tiene de actuar voluntariamente contra la razón hace que el término “voluntad racional” no tenga sentido en el pensamiento hobbesiano, de la misma forma que tampoco tiene sentido el término “deliberación puramente racional” (Leivas, 2009). La relación entre la pasión y la razón no es, entretanto, una relación de disyuntiva (una contra la otra), sino que es una relación de complementariedad en el proceso deliberativo humano. Haciendo una comparación entre el proceso deliberativo de la teoría de la elección pública y del pensamiento hobbesiano, es nítido que el segundo es mucho más amplio. Hobbes considera que el hombre, a pesar de ser racional, es, ante todo, pasional, mientras que la teoría de la elección pública considera que el proceso deliberativo es puramente racional. Estas diferentes maneras de abordar el proceso deliberativo tienen interpretaciones muy diferentes en el análisis de las acciones de individuos en determinadas situaciones. Académicos de la elección pública asumen que todas las decisiones del agente, independientemente del contexto, son realizadas a partir de los mismos principios: de manera egoísta, racionalmente y con el fin de maximizar la utilidad. De esta forma, elegir entre comprar un bien en el supermercado o elegir por quien votar para las próximas elecciones presidenciales serían dos decisiones diferentes, pero a partir de una misma forma de deliberar. Este ensayo trataría de mostrar que las decisiones en contextos electorales y decisiones en contexto de mercado no necesariamente comparten el mismo proceso deliberativo. Los individuos procuran maximizar su utilidad en cualquiera de las dos, pero esta investigación trataría de demostrar que no siempre las preferencias en el ámbito electoral son racionales. Una de mis hipótesis es que el votante es capaz de poseer preferencias emocionales e irracionales. Los economistas generalmente hacen el supuesto de que las personas “procesan” la información disponible de la mejor manera que pueden. Si esto se cumpliera, no habría duda de que el proceso deliberativo sería racional. Entretanto, en este ensayo adoptamos las ideas de Hobbes, para quien el ser humano es un ser pasional. Esto implica que emociones e ideologías pueden interferir en el proceso deliberativo, (de tal forma que este deja de ser un procesamiento insesgado de hechos y argumentos lógicos y abre camino para las emociones e ideologías). ¿Pero por qué motivos el ser humano elegiría ser racional en ciertas situaciones y emocional en otros casos? Si el hombre es capaz de tomar decisiones racionales, es claro que existe una selectividad en su manera de proceder en diferentes procesos deliberativos. Una importante premisa de este trabajo es que la racionalidad es selectiva. Si no nos importa la verdad o la consecuencia de nuestros actos, podemos despegarnos de la racionalidad y maximizar nuestra utilidad tomando decisiones emocionales.Elector pasionalTeoría de elección públicaEl elector pasional: una crítica a la teoría de elección públicainfo:eu-repo/semantics/openAccessELECCIONESVOTOEMOCIONESTesis de MaestríaPassionate ElectorTheory of public choiceAcceso abierto2019-08-02Marques Melibeu, Bruno324.6 M357